Feliz cumpleaños Mercedes
Dejemos de olvidarnos,
tu nombre sabe diferente
después de la segunda copa.
No se muere de amor;
se muere todos los días
Juan Ramon
Machado
Bécquer...
Érase una vez... no es cierto,
quizá ayer y ha sido un día muy eterno.
Libre he decido la tierra que a de sujetar mi nombre,
ser el destino de mi destierro, su ausencia.
Labios de perla y amaranto
y un beso a sangre y fuego.
Un cementerio de suspiros
y una caja de Pandora al deseo
va olvidando y volviendo.
El amor no vive en el fondo de ningún mar,
en ninguna caricia,
si acaso en dos o tres chicas de labios despintados
con sus mil nombres, tal vez la barra del bar recuerde y extrañe
las lagrimas de cada noche precipitada a perdernos
sin conocernos,
el amor no es una rosa destina a secarse en las manos,
ni las falsas promesas que sostienen las estrellas,
después de todo,
el amor sabe frío, a despertar a media noche abatido
y vencido por la búsqueda...
Amar es un circo de pulgas en un corazón
sin nombre.
Cuando siento una soledad tan tuya
sabor de tus labios, tan mía ahogada
por tu aliento, dejo un beso en tus manos.
Dos extraños en el camino,
que ya no serán iguales.
He llenado mi agenda con citas
sin nombre a las que jamás asistiré
Compré una sombra que duerme conmigo
para sentirte mientras duermo
¿Qué harás en mi cabeza
cuando no te pienso?
Sí vivo es porque despierto
Después de todo
mañana
seguirá
olvidando su rostro.
Guardé tus caricias
en una botella con mi piel
y las lance al mar.
Aquí en esta calle,
en esta noche tan oscura
como tus ojos,
aquí dentro de este
pecho,
te veo, te sigo, te lloro.
Esas sombras donde coloco mis manos,
y esas risas que no salen de mi.
Brevedades hilarantes
como noches,
un clavel afilado
de estrellas,
una sonrisa
donde ya no habita
caleidoscopios
de miradas,
un diamante
acartonado,
risas
empolvadas...
¿Qué más?
Se han robado todo.
El olvido es sublime,
incluso,
cuando vamos de por medio.
Duermo arrancándome el corazón,
y al despertar,
lo encuentro en el mismo lugar.
Dame un beso,
de esos que comienzan
y no terminan.
Recolección
Una biblioteca de libros blancos
y portadas de huesos,
un aroma cada vez más frió
detrás de cada paso,
mirando de revés,
buscándote de espaldas;
y un silencio más silencio,
de pasillos en la memoria.
¿Me moría?
Que ilógico recordar muriendo.
Sí sólo pudiera abrir los ojos,
te diría
cómo puede el silencio y el olvido
ser tan semejantes.
¿Quieres un secreto?
te doy el mío
te doy todos mis fantasmas.
¿Qué pasa?
¿Porqué has dejado de
bailar en mi pecho?
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