Otro año,
¿Verdad Mercedes?
Cómo olvidarlo,
dentro las piedras,
una lágrima, un soldado.
Sonrío y en ello se me va la vida.
Se necesita un poco de eso
para solucionar todo de aquello.
Escribir con sombras
todos sus nombres,
a la una de la noche,
y después, su copa llorará
una despedida tenue,
a la una de la noche,
quizá tampoco la recuerde
a la una de la noche,
casi un suicido colectivo
a la una de la noche,
una vigilia infinita
a la una de la noche,
un eco demasiado doloroso
a la una de la noche,
un llanto consumado
a la una de la noche,
un reloj destilado
hasta la ultima lagrima
de un segundo perpetuo
detenido por la mano
de dios.
A la una de la noche
da cuerda el tiempo
su labor.
Como para encontrar un latido en medio
de una nada que sólo su espalda desprendía,
y un algo como relámpago en medio de
sus caricias que inquiere,
busca bajo la cama,
y en siluetas que fueron
versos,
besos,
de esos,
que encendían noches,
y que ahora apagan y regresan
en la misma palabra:
No se encuentra,
¿gusta dejar algún recado?
Un beso de todo mundo,
y un mundo para un beso.
Esos dioses de polvo
asesinos de cada noche,
inventan un hombre desnudo
y un eterno latido.
Sienten.
Y después, el espejo,
el silencio, la sangre.
Vacío.
Dios nos desvive mientras sueña.
Desde el fondo del mar
y hasta el cielo que se extingue a nuestros ojos,
hasta el centro de todas las vidas;
antes de irte, deja la puerta entre cerrada...
En la noche se sabía mi nombre y al amanecer,
su boca besaba otra rosa,
otra caricia rasgaba mi pecho
y otro suspiro latía entre mis sabanas,
aquí conmigo caben todas las noches que perdimos.
Minifix
-Ok, mañana nos ponemos de acuerdo-
colgó el celular y con un tono
avergonzado Prometeo se disculpó
con el anfitrion del banquete.
-¿En qué estabamos?- dijo sonriendo.
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