Aquí, en este perfume de
cristales, las cortinas del espejo
tiene el sabor a cobre y a huesos,
con mi lengua dibuje tus labios.
Cuando el amor se ha despedido entre
la sombra de las hojas del verano eso éramos
nostros, aquellos que nos ven desde ayer.
Tenue dolor,
cristal sin olor,
rompiendo al fuego su cuello,
el camino de la noche entre
los besos que murieron.
Se despiden las flores
de nosotros y éramos
tú y yo los restos de
aquella canción.
Un balcón ardiente y
un pecho sabor a humo...
Esperame,
quiero derretir mis caricias en tus venas...
El silencio que desprenden las mariposas
cuandos besamos las ruinas de nuestro pecho
hacen que una banca llena de cuentos, nos extrañe.
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