Muévete, pero no como las manecillas
del reloj, no como las estaciones, i
mucho menos que la sombra de los
soldados tras la batalla del miércoles
por la tarde bajo la lluvia, ahógate
por dentro, cuando no te alcance ni
para el metro, cuando la tinta del
periódico ha sido comprada, i los
colores de la televisión escupen mentiras,
renúnciate a ti mismo, cuando te haga
falta gritarlo en la cara, no a escondidas.
Aun con las mejillas despintadas, las chicas
del ultimo bar que existía de cuando todavía
deambulabas con mi cuerpo des-almado,
me preguntan en dónde te había olvidado:
donde queda un solo intenso deseo de gargantas
largas de alcohol, donde han transitado tus
piernas entre limón i tequila, azufre i coca,
tus cortados sueños sonríen poetas mientras
la luna se coagula en la boca de esta guerra
de cicatrices i despedidas.
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