QUE SILENCIO TAN TRISTE, desnudo y sin corazón,
cómo golondrina sin plaza, y un suspiro sin marinero;
la conocí una tarde de abril, yo no sabia,
entiendo, mi corazón la esperaba, esas noches
iluminadas, el mar medía nuestras miradas,
y mis labios la seguían, y mi soledad la necesitaba.
No quiero que el viento lata en la ventana,
no deseo que las estrellas sueñen nuestras caricias,
no espero el cenit de la luna, y me duermo;
hasta el mismo instante en que nos encontramos,
cómo te llamas y te acordaras de mí;
aquí a mi lado arden tus sonrisas,
y mis huesos te llaman entre mis sueños.
Me reconocerías entre tus brazos,
y entre tu pecho y el mío algo se quemaría,
un rocío sabor a lagrimas,
una rosa ahogada de vacío,
Te amo de tal forma,
que amándote en silencio,
mi pecho se llenaría de tu figura,
y desbordado comenzaría, a llorarte diamantes.
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