Que sola te siento por dentro,
entre tus espejos del pecho,
en el fondo de tu boca,
en la piel de tus senos.
Que solos estamos cuando
se terminaron las batallas
del cuerpo.
Mi asesino lo dijo al sacar la
esquirla de mis oídos, la plaza roja
del cuerpo odeaba el ultimo
suspiro maldito. Sin tiempo de brindar:
los policías preguntan con la soga
al hombro, se agotaron los andantes,
y risas por las casas.
¿Qué nos ha quedado después de una milla
con tu carne en mis suelas?; con tus uñas
en las calcetas,y con el corazón engomado
y la nariz destapada por el cristal de tu
humor. Querida, te quedaste atorada
a la mitad de un pecho equivocado.
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