La ventana
Volvía a estar sin lágrimas la ventana
no dormía ni acariciaba el viento,
que no dormía y sin embargo soñaba
que era espejo / que alcanzaba siluetas
que poco sostenía y desprendía;
creía ser espejo y no admitía
idea contraria a ese suceso
Se volvía y se preguntaba
se desvelaba y lloraba
--Soy espejo, de los que reflejan-- dijo
y volvía a llenarse de lágrimas
El Alba
Se levantó antes de la diana,
se tomó la taza con café crudo
frió sin azúcar que permanecía
en la mesa desde la misma noche.
Se puso la gabardina beige y en la calle
recordaría que olvidó con cierta sutileza
el sombrero, cuando llovía.
Caminó pausadamente a la plaza
y en la primera banca del oriente
se sentó, lloró amargamente,
secó sus lagrimas y se fue.
Naufragios
Soy el que me olvido
y no reconozco mi voz
en el incesante retrato reflejo
abismado presente que
permanece en el pasado,
que mi voz no reconoce
ni mis manos empuñan mi orden,
que mis labios no nombran
ni los ojos con que he reconocido
desesperado y vivido ciudades infinitas,
ciudades enmuralladas,
plazas abandonadas,
cafés clausurados y
sombras ensimismadas
que mueren y yo mismo
he comenzado a olvidar.
Amante
Amo tu cuerpo desnudo lleno con tu aroma,
amenazado por mi tacto, con cenizas y caricias,
cargado con vestigios de tu pasado y soledades
que atormentan mis fantasmas.
Escucho el mudo corazón con que vives
cuando oscilan mis dedos en tus labios,
ese momento sin presente ni desperdicio,
sonámbulo en el ardiente desierto de tu pecho
Entendería el devolver de tus caricias
como acto de vencidos y extraviados
que sin decirlo,
aman por miedo de no tener a quien amar,
que apostando,
juegan un número que nunca llegara.
Constelaciones
Revuelto de traspapeles, refería mi mano
sobre un trozo de papel en hilos de tinta
que estremecían y constelaban como noche
y defendían el inquietante calendario
que sorteaban el turno de cualquiera de ellas,
y quien la siguiente, quien el inmenso perpetuo
carga la promesa del que rige,
que juego nefasto del que bosqueja estrellas fugaces.
The Wall
Suenan pasos en la calle que a los
segundos tropezaban y dudaban y se
detenían, giraban alrededor de
un muro viejo que vendía sueños
Y pasos que escuchaba se
se apresuraban,
se desaparecían y encerraban
y En casa suenan ecos
pasos abandonados
secos de huellas que quedaron
sin nombre sin rostro,
y en la calle, el muro
consumía los
nombres
los cuerpos.
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